Al final todo saldrá bien... y si no sale bien es porque aún
no es el final.
Ser de esas personas que se mueven en contra de toda una
multitud. Aquel salmón que sube lo más rápido que puede el río, aunque éste
esté en su contra, aunque pueda morir en el intento. Arriesgar para perderlo
todo aún sabiendo que lo harás.
Pero hay un momento en la vida, insignificante y pasajero que lo cambia todo,
apenas perceptible, que hará que dejes de bajar por las escaleras del metro que
suben, que te quedes mirando como vuela un mosquito en la conversación más
trascendente de tu vida, dejarás de llegar tarde por quedarte cotilleando con
tu amiga, aparcarás lo espontáneo de la vida... Y punto. Sin más. Dejarás de
ser salmón en una lucha contra el río para dejarte llevar por el. Pero quien
nace salmón...
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