Te acabas dando cuenta que tú, que te creías invencible, también necesitas besos en el cuello como el resto de los mortales, y es que a veces, estás mas perdida cuando no te pierdes en nadie.

Seguidores

viernes, 9 de septiembre de 2011


No se acaba el amor solo con decir adiós, hay que tener presente que el estar ausente no anula el recuerdo, ni compra el olvido, ni nos borra del mapa



Basta. Estoy fuera. De los recuerdos. Del pasado. Pero también estoy perdido. Antes o después las cosas que has dejado atrás te alcanzan. Y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas. Porque su simplicidad no tiene comparación. Y me dan ganas de gritar. En este silencio que hace daño. Basta. Déjame. Ponlo de nuevo todo en su sitio. Así. Cierra. Doble vuelta de llave. En el fondo del corazón, allí, en aquella esquina. En aquel jardín. Algunas flores, un poco de sombra y después dolor. Ponlos allí, bien escondidos, te lo ruego, donde no duelan, donde nadie pueda verlos. Donde tú no los puedas ver.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Carta a un desconocido.


Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo


Te hablo a tí, si, a tí, ya sé que ahora mismo no me conoces, que no nos conocemos, que ni si quiera sabes mi nombre, pero tranquilo, sé que tarde o temprano nos conoceremos. Dónde. Cúando. Cómo... y lo más importante ¿ Por qué? ¿Este es nuestro momento? ¿ O seremos otro  proyecto de ensayo más de relaciones fallidas? Sea lo que sea, nunca pienses demasiado, suelen estropear las cosas. A partir de ahora seremos tú y yo.
¿Qué hice para que te fijases en mi? y tú ¿Te pusiste a hacer el tonto para llamar mi atención? Si es así enhorabuena. El tonto a cautivado a esta tonta.
 Sé que puedo llegar a ser a veces de trato dificil, y que al principio no sea lo suficientemente cariñosa contigo... pero dame tiempo, necesito hacerme a ti,  siempre he necesitado conocer las reglas del juego para empezar a jugar. Sé que sería mas fácil si te diera una lista con las cosas que me gusta y las que no, lo que me da miedo, y lo que admiro, pero no, dejaré que lo descubras tú al fin y al cabo las primeras citas son como entrevistas de trabajo pero con cócteles incluidos. No soy de regalos, pero no sabes la alegría que me daría si tuvieras mil detalles de papel. Sin prisas, mentiras ni errores. Paciencia necesitarás un poco. De la confianza me encargaré yo, pero no me mientas tú porque entonces no sabré ni quién eres. Necesitaré de vez en cuando  esos paseos por la playa en invierno, si es en el atardecer mejor. No quiero calor de invernadero. Si hay que llorar a la cara que sea de verdad y no de ese hipo barato que se aprende en el cine. En mi casa no hay nada prohíbido, pero no vayas a enamorarte, esa palabra me da demasiado miedo y no quiero ponerte en peligro. Hablar por hablar, sentir por sentir, son cosas diferentes así que no nos confudamos, todo está quedando perfecto como para fastidiarlo en el último momento. Cuando lleguemos a la parte de los besos te diré que esa es mi parte preferida, pero no abusemos de ellos porque me conozco y sé que terminaría extrañándolos cada vez que no te tengo cerca. De los abrazos encárgate tú, siempre he sido un poco patosa y siempre  me hago un lío con los brazos. Espero que compartamos el mismo perfume; eso significará que cuando estemos juntos, tú acabarás oliendo a mí y yo a tí. Ningún olor me sería tan agradable como el tuyo recién salido de la ducha, esa mezcla entre el olor de tu pelo recién lavado y el perfume con el que me obsesionaré, ese que hará que cada vez que lo huela me recuerde a tí.


Una última cosa, no te acostumbres tú a mí, no del todo, me iré y volveré cada vez que piense mas de la cuenta, y créeme no te quiero hacer daño, ya he aprendido que dañar queriendo sólo sirve para que uno recobre su orgullo y esto es cosa de dos. Espérame cada vez que me vaya, te necesitaré ahí cuando vuelva. No nos acostumbremos, por favor.
Siempre estaré ahí para atraparte, si es que me dejas...

Bon appetit.

Creo que el mundo entero es adicto al drama, y yo la primera
Tus nietos vivirán ciento cincuenta años. Serán bisexuales. Comprarán cocaína a dos euros en expendedores automáticos. Sí, podrás leer una advertencia de las autoridades sanitarias en el envoltorio del gramo. El único cáncer del que se hablará será el de melanina, lo que ayudará a que los negros dejen de vender relojes por las calles. Buenas noticias para ellos, parece que por fin habrá llegado su momento. La mescalina sustituirá a la cocacola. Los padres podrán abortar un feto hasta los cinco años de gestación. Lo único mal visto del suicidio será salpicar demasiado. Las vacas comerán personas. Alguien desenchufará la nevera donde Disney anda esperando su momento. Nos quedaremos sin saber el tamaño del consolador de Minnie. Todos sabíamos que ese ratón no podía hacerte feliz, lo sentimos por ti, ratita. Los niños nacerán sin lagrimales, lo que sin duda les ahorrará un montón de disgustos. El amor será la primera causa de mortalidad. Y bueno, tú y yo ya no estaremos aquí para ver nada de eso.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Forgive me my weakness.

                              Puedo ser dura, puedo ser fuerte, pero contigo no es así del todo.



Somos débiles cuando no podemos enfrentar los miedos y preferimos no verlos, cegarnos y hacer como si no nos afectasen. Somos débiles cuando no hacemos lo que sentimos, cuando no sentimos con el corazón. Somos débiles cuando se cree que nunca se llega a la cima, cuando ya no hay más por escalar. Somos débiles cuando nos duele el dolor y nos pueden los problemas. Somos débiles cuando nos dejamos vencer una y otra vez por las mismas paredes, caer con las mismas piedras y chocar con los mismos recuerdos. Somos débiles cuando vivimos de algo que no existe, de algo que pasó, del pasado. Somos débiles cuando amamos, cuando nos entregamos, cuando damos todo por una persona y nos quedamos sin nada. Es como sentirse vacío y lleno a la vez. Somos débiles cuando no probamos cosas nuevas, cuando nos quedamos con lo que tenemos porque nos da miedo un mundo nuevo. Somos débiles cuando no miramos a los ojos y nos perdemos en el asfalto, cuando lloramos a escondidas, cuando sufrimos sin que nadie sepa por qué. Somos débiles cuando nos enamoramos, cuando se pierde, cuando se deja, cuando se tiene, cuando nos vamos. Somos débiles en las despedías. Somos débiles porque todavía nos cuesta vivir con el dolor a cuestas, porque hay heridas que no sanan y el tiempo a veces no parece transcurrir. Somos débiles acompañados, dependiendo de alguien, viviendo por alguien. Somos débiles cuando decidimos que aquello por lo que lo dejaremos todo, realmente vale la pena.



Y yo, no quiero ser débil.